Todos sabemos que el primer día que pescamos en la temporada es especial, siempre empezamos con ganas de comernos el río pero pronto nos damos cuenta de que no será tan fácil como nos lo prometíamos.
No tenemos la misma soltura que al final de temporada, parece que tenemos las manos y piernas engarrotados... y por supuesto, los ríos no están en las mejores condiciones, máxima este año que debido a las numerosas lluvias los ríos bajan fuertecillos (por decirlo de alguna manera)
Por puro capricho, empecé en una zona de aguas rápidas y grandes bolos donde siempre he tenido suerte, pero que en las condiciones en las que estaba el río quizásno fuese el lugar indicado, pero yo, como las truchas, soy un poquito caprichoso. Este tramo me deparó pocas capturas, concretamente tres, sin embargo fueron suficientes para poder calmar el ímpetu y las ganas de pescar, y así empezar a tomarme la pesca mucho mas relajadamente.
Esta zona la pesqué con ninfas relativamente pesadas porque, la verdad, no quedaba otra alternativa. Como anécdota, comentar que tuve varios barbos prendidos de mis ninfas, algo insólito para mí, y que sin más remedio partiero al estar pescando con un 0.12 y teniendo en cuenta que el tamaño de los barbos estaba en torno a los 50cm que sumado con la fuerza de la corriente eran imparables.
Tras un vistazo rápido, pronto me encontre lanzando mi emergente de pardón a unas truchas y que con un poco de suerte, fui hacercando a mí sacadera.
Para acabar la jornada estuve pescando con un tándem seca/ninfa que tambien dio sus frutos aunque en este caso mas modestos.
Después de todo esto, nada mejor que quedarse sentado frente al río para poder digerir relajadamente la jornada y olvidarse de agobios y problemas.
Un saludo.