viernes, 3 de diciembre de 2010

Un día por el bosque

No todo va a ser pesca, moscas o ríos (aunque quizás no soy el indicado para decir esto).

Aprovechando una mañana libre que tenía, decidí ir a dar un paseo por el monte y disfrutar de la tranquilidad que este proporciona.





Andar por un lugar así es especial donde solo se escucha el canto de algún pajarillo o el crujir de la nieve bajo tus pies.



Una vez dentro del bosque puedes elegir si dedicarte simplemente a caminar olvidándote de problemas y demás o dedicarte a buscar los pequeños detalles.
Yo por mi naturaleza, soy del segundo tipo.

Solo con poner un poco de atención vas observando lo que el bosque nos muestra.

Por ejemplo unas pequeñas setas como estas, sin tener muchos conocimientos creo que se trata de unas lepistas.



Que decir del maravilloso contraste que nos muestran los frutos del escaramujo en invierno.





Me quedo sin palabras




En este pequeño claro del bosque, además de escaramujos, tuve una intuición que terminé por confirmar. Entre estos arbustos estaba esperando a un pequeño invitado, que si bien no dio la cara, si que pude ver sus huellas en la nieve. Parece que algún conejo tiene su casa por aquí.




Sigo en busca de más cosas que ver.



A veces estas cosas pasan desapercibidas, yo tuve la suerte de fijarme en ello.
Esto es probáblemente es el resultado que produce un ratón de campo




Y esto sin duda nos dice que aquí una ardilla a tenido su comedor particular.
Realmente era fácil encontrar estos conos roídos por el suelo, pero este me llamo la atención al haber usado un pino inclinado para comerse la piña, seguramente para poder tener mejor campo de visión como previsión a posibles depredadores.





Hablando de depredadores, no podía faltar huellas de Vulpes vulpes, el más común y fácil de observar de nuestros carnívoros salvajes.




Después de seguir durante un rato las huellas del zorro me pareció ver otro rastro.



Me acerque un poco para ver con mas detalles y vi que había encontrado algo que tenía la esperanza de encontrar. El más pequeño de los cérvidos ibéricos: el corzo.




El paseo estaba mereciendo la pena, la verdad es que estaba disfrutando muchísimo.


Una mención especial deben tener los pequeños pajarillos del bosque, principalmente los fringílidos y páridos.

Pude ver gran cantidad de especies: carbonero común, herrerillo, mito, pinzón vulgar, verderón, reyezuelo, petirrojos... Una pena no tener la habilidad ni los medios suficientes para poder hacerles alguna foto.

Sin embargo en un lindero con matorrales pude fotografiar a un macho y una hembra de escribano soteño.



También vi algún ave rapaz como el milano real, el cernícalo vulgar, ratonero común.. pero con ellas ni me planteé hacerles fotos, siempre me han gustado y ante ellas solo puedo quedarme mirándolas con cara de tonto.

Cuando estaba dando por acabado el paseo vi una zona de barrancos y como la curiosidad me puede, cogí los prismáticos para verlos un poco mas cerca.
¡¡Que gran sorpresa!! Era como un final feliz de una película, intente acercarme lo máximo posible para hacerle la mejor foto posible. Allí estaba un mochuelo europeo viendo el panorama desde su ventana.




Un saludo y hasta la próxima.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Me encantan estos paseos invernales y como a ti me gusta pistear las huellas que dejan los habitantes del bosque.
Un abrazo

Gaizka dijo...

No todo el mundo se percata de esos grandísimos detalles cuando va dar un paseillo. Genial!
Maravilloso el mochuelo común.

Anónimo dijo...

curioso y atento como suele ser habitual,y si no hay truchas de por medio estarias hasta tranquilo.

Saludos