Tengo que reconocer que este principio de temporada no está siendo demasiado bueno para mí, quizás esta climatología de locos tiene algo que ver o quizás tan solo sea que no he acertado con la elección de los ríos.
De todas formas, parece que últimamente la cosa va repuntando y he empezado a recibir alguna que otra alegría.
Una de ellas fue en uno de los ríos más enigmáticos que conozco. Un río al que si le tengo que poner un adjetivo sería "oscuro", y es que su fondo es de color negro con tan solo algún salpicón de color verde de la vegetación sumergida.
Desde la primera vez que me crucé con él, pude observar que es un río difícil, muy difícil, donde sus truchas, pequeñas por lo general, suelen vender muy cara una picada a pesar de que puedas verlas comer en superficie sin parar. Sin duda, uno de los ríos más técnicos que conozco.
Después de unos cuantos paseos por las orillas de multitud de ríos, no deja de sorprenderme este, que casi más bien es un arroyo, y que es, quizás, en el que más esfuerzo me cuesta tener buenos resultados.
Y no me puedo olvidar de su bosque de ribera, algo que siempre aprecio, y que en este caso es absolutamente maravilloso. Aunque aún habrá que esperar alguna semana para que sus alisos se llenen de hojas y se muestre en su máximo esplendor.
Sus truchas, como no podía ser de otra manera, muy pigmentadas, sobre todo cuando llega el estío y viven en su residencia de verano, es decir, en el caótico enraizado de sus alisos.
Un saludo y hasta la próxima